Una vez, mi amiga Anna me explicaba un evento detalladamente. Estaba tan entusiasmada por el suceso, que la manera de transmitirme la historia estaba formada por todas las sensaciones que en ella residían. Añadía juicios, conclusiones, incluso comparaciones para que yo entendiera con exactitud cómo ella se sentía. La verdad, fue tan precisa en su narración, que su rostro transmitía todas las emociones que estaba reviviendo con tan sólo volver a hablar del tema.
Más tarde llegó su compañera, que junto a ella, también había vivido la misma experiencia.
¡Sorpresa! Para su amiga aquel evento había resultado indiferente. Es más, incluso detalles que Anna destacaba como espléndidos, para su compañera habían pasado desapercibidos.
El evento, los hechos, habían sido exactamente los mismos para ambas, pero su resultado, dependió de donde cada una puso el foco de atención y sus expectativas.
Una frase muy sonada de Rafael Echeverría (sociólogo y filósofo, creador del término ontología del lenguaje) dice que “No sabemos cómo son las cosas, sólo cómo las interpretamos”. Y aquí reside la complejidad del mapa mental de cada cual.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de mapa mental?
Es la estructura, los registros, la información personal que cada uno va reuniendo a lo largo de su vida. Es la forma particular de ver al mundo y a los demás. Es la forma de interpretar lo vivido condicionado por las creencias, juicios, valores y principios transmitidos por la sociedad, la cultura, la familia y la propia experiencia.
“Comprender que cada persona es única en su mapa resulta una liberación”. Es lo que Anna dijo cuando le expliqué que no había motivos para sentirse molesta con su compañera simplemente porque no vivió lo que aquella experiencia representaba para ella. Dejó de sentirse incómoda ante su compañera, se abrió a entender que su amiga se había enfocado en otros hechos, otros juicios, otros valores…
¡Y aún hay más!
Tal y como Anna describía su experiencia, con su lenguaje, creaba una realidad. Uno de los postulados de la Ontología del lenguaje dice “El lenguaje no sólo permite hablar sobre las cosas, el lenguaje también hace que sucedan las cosas”. A partir de lo que dijimos, o no se dijo, de cómo se dijo, a partir de lo que callamos, lo que escuchamos o no en otros, nuestra realidad futura se moldea en un sentido o en otro. Un ejemplo de todo esto es que tras escuchar a Anna mi reacción fue decidir apuntarme al próximo evento, lo que ella me transmitía más mi interpretación creaba una decisión y acción en mi, que de haber escuchado sólo a su compañera, con su interpretación, es muy probable que mi decisión y acción hubieran sido muy diferentes.
Por otro lado, Anna estaba decidida a repetir, en cambio, su compañera decidió no volver la próxima vez .
A tener en cuenta:
La condición de nuestra propia existencia esta determinada por la capacidad de generarle un sentido a la vida y valoramos nuestras vidas según las acciones y sus resultados. El sociólogo Rafael dice: “No sólo actuamos de acuerdo a como somos, también somos de acuerdo a cómo actuamos”. Hacemos como somos y somos lo que hacemos.
Así que, ya que los relatos me pueden llevar a crear acciones, y las acciones me darán resultados y yo me valoro por mis resultados… ¿Qué tal si empiezo a crear aquellos relatos que me lleven a decidir acciones que aporten sentido a mi vida? ¿Qué tal si empiezo a observar el observador que estoy siendo para evaluar cómo me afectan mis interpretaciones? Y de decidirlo así, trabajar en mi lenguaje (cómo comunico a los demás y a mi mism@), mis acciones y mis resultados, consiguiendo así, una valoración de mi vida más positiva.
¿Y para qué te cuento todo esto?
Para transmitirte un mensaje y dejar que tú mism@, con tu mapa mental único, obtengas tu propia interpretación y llegues a una conclusión. La que tú desees. Siempre teniendo en cuenta, el observador que estas siendo.